Detrás de un debes ser fuerte y continuar sin mí, cuando yo me muera, no quiero verte llorar o debes ser fuerte y ayudar a tu mamá, se encuentra aquel recuerdo de nuestro padre. Aquel hombre que complemento o incluso guío nuestra crianza, aquel que fue partícipe de las lecciones más fuertes de la vida, aquel hombre fuerte y responsable. «Perder a un padre representa una de las pérdidas más significativas de nuestra vida. A lo largo de nuestro crecimiento nos indican que esta es una de las pérdidas más naturales, pero ¿El ser esperada la convierte en una pérdida fácil? La respuesta es no, la pérdida de nuestros padres puede generar sentimientos de incapacidad. La visión del mundo puede verse distorsionada tras la pérdida del padre y la sensación de descontrol y desprotección puede ser constante en el proceso.» ¿Qué hacemos? Las recomendaciones al proceso giran en torno al reconocimiento de las Tareas del Duelo, en cada una de ellas deben abordarse componentes como la identificación emocional, la expresión emocional, la readaptación a la vida, la resolución de conflictos y la comunicación, entre otras. Para más información puedes dirigirte al artículo El Camino del Duelo. No obstante, al estar nuestro padre muy vinculado al proceso de crianza, el potenciar su legado, resaltar sus fortalezas y repetir aquellas cualidades positivas de la relación padre e hijo(a), se convierte en una herramienta fortalecedora en este proceso y puede facilitar la transición de recordar desde el dolor, a recordar desde el amor. Ten en cuenta que: Existirá llanto, es normal y parte del proceso. Puedes sentirte desorientado(a). Existirán personas que te ayuden en el proceso. No necesariamente debes llevar tu proceso solo. No sólo el tiempo te ayudará en el proceso, debes irte fortaleciendo. Así existiera anticipación a la pérdida, es normal sentir el duelo, es normal sentir tristeza. El potenciar su legado y enseñanzas puede ayudarte en el proceso.
¿Qué hace la rutina en el proceso de Duelo ?
El proceso de duelo resulta ser un proceso bastante complejo, no sólo por el impacto emocional, sino por el estado de confusión que puede generar. Así, los procesos esquematizados nos permiten orientar el duelo, entregándonos espacios para: el acompañamiento familiar, la conmemoración a la vida del ser querido e incluso para la expresión de emociones existentes. «Cada pérdida se experimenta de forma diferente, debido a múltiples factores personales, culturales o contextuales. En algunos procesos de duelo, posterior a la realización de rituales culturales como la velación, exequias y la inhumación o cremación, muchos dolientes manifiestan la necesidad de continuar su proceso de ritualización. Por ello, cada año los procesos de acompañamiento en duelo se actualizan, y empresas como Rincón Casa de Funerales S.A.S permanecen comprometidas con la búsqueda de formas de maximizar dicho acompañamiento profesional..» ¿La rutina es buena? Al convertirnos en dolientes, normalmente muchos de los aspectos de nuestra vida se empiezan a vivir de forma diferente. La apatía, empieza a llenar con mayor fuerza nuestras actividades diarias, las rutinas existentes pueden ser nuestras aliadas o, en otros casos, las podemos percibir como procesos “insufribles” o como falsas soluciones. La rutina puede jugar en ambos lados, por una parte, nos representa procesos realizables que nos incitan a la movilización, convirtiéndose en algo favorable durante un proceso de duelo. Sin embargo, también pueden llegar a convertirse en escapes erróneos de nuestra realidad, pasando de ocupación a evasión. Por ello, es muy importante que siempre estés realizando un proceso de análisis de tu Duelo, y si no sabes cómo hacerlo, recuerda que nuestra empresa se encuentra a tu disposición.
Los rituales en medio de la pérdida
En medio de las ocupaciones que siguen existiendo posterior a la pérdida de un ser querido, existen rutinas, pero en pocos casos destinamos un espacio entre ellas para acciones provechosas en nuestro proceso de duelo. En ocasiones esto ocurre por el desconocimiento, por ello, entre muchos elementos de ritualización, te presentamos el uso de una planta. ¿Cómo se hace? El proceso se puede realizar con el apadrinamiento de una planta, es decir, tomar el cuidado de una planta ya germinada y en proceso de desarrollo. Sin embargo, es preferible que se inicie desde el proceso de siembra y germinación. 1) Antes de empezar, es muy importante determinar un objetivo para este proceso, entre algunas de las opciones resultan: conmemorar al ser querido, cumplir una voluntad, llenar de color y aroma espacios compartidos con el ser querido, e incluso tramitar el amor que aún se desea expresar a este. 2) Procediendo a la siembra, dependiendo de la planta escogida, puedes asesorarte sobre su cuidado y recomendaciones, pero más allá de eso, es importante que este proceso sea para tí un ritual, un espacio tranquilo, destinado al objetivo escogido y en el cual puedas tomarte unos minutos apartado de tus obligaciones, buscando poder sentir, entender y vivir el proceso. 3) Esta parte inicial la puedes acompañar con la escritura, la expresión verbal, la oración (si es tu voluntad), e incluso la obtención de un momento de silencio; es tu proceso y tú lo decides. Lo que escojas se verá mediado en gran parte por el objetivo pensado anteriormente, además de ser mediado por rasgos particulares tuyos como tus medios favoritos de expresión, tu forma de ver el mundo e incluso las costumbres existentes en el relacionamiento con tu ser querido en vida. 4) De aquí en adelante, las acciones de cuidado, nutrición y estética de tu planta podrán ser espacios para meditar con tus emociones y pensamientos, espacios de expresión. Te permitirán ver cómo, en medio de múltiples factores que pueden afectar a tu planta, esta continúa su crecimiento y resplandor, así como tú.
Duelo en niños
Pautas Básicas para el Duelo en niños Antes que nada, es importante comprender que el proceso de duelo es diferente en cada persona, siendo así también en los niños. La forma en la cual se procesa la pérdida variaría dependiendo de muchos factores, como, por ejemplo: edad de desarrollo, tipo de vínculo, rasgos de personalidad, entre otros. Intentando caracterizar los procesos de duelo según rangos de edades, algunos autores (Ordoñez y Lacasta, 2006) indican lo siguiente: Niños menores de tres (3) años Existe una no comprensión, ni asimilación del concepto de muerte, y esta no es vista como un suceso definitivo. Niños de cuatro (4) a cinco (5) En muchos casos, la muerte se sigue considerando como un suceso de carácter temporal, y así mismo reversible. Así mismo, se puede llegar a suponer la presencia de funciones biológicas y sentimientos en el ser querido, haciendo normal la presencia de preguntas como ¿Cómo hace sus necesidades el ser querido? ¿Siente miedo mi ser querido? Niños de cinco (5) a diez (10) años Finalmente, la muerte puede ser concebida como irreversible, sin embargo, algunos niños pueden seguir revistiendo a su ser querido fallecido, de funciones biológicas y emocionales. En algunos casos, este revestimiento se elimina antes de los diez (10) años, concibiendo la muerte como el final de las funciones biológicas. ¿Entonces qué pasa con los niños y el duelo? En los primeros cinco (5) años de vida, normalmente no existe una comprensión de las siguientes características de la muerte: es irreversible, es universal y es el final de las funciones vitales. Así mismo, en estas edades, el llanto por dolor, aunque puede presentarse, es poco frecuente, pues lo que se presenta en mayor grado es perplejidad y confusión. Por eso se pueden evidenciar constantes preguntas sobre ¿Dónde está el ser querido? y ¿Cuándo volverá? ¿Cómo contarle al niño y quién debe hacerlo? Debemos reconocer que este proceso de comunicación es difícil, puesto que también nos encontramos sufriendo la pérdida e intentando abordar las emociones presentes. Es de importancia entender que más allá del “deseo de protección” (desear ocultar lo ocurrido), nuestro papel debería girar hacia el acompañamiento en el dolor y la confusión, y procurar generar un sentimiento de seguridad en el niño en medio de la pérdida. ¿Quién debería contarle al niño? Es preferible que la persona que comunique la noticia sea aquella con mayor cercanía al menor, incluso si dicha persona también se encuentra en duelo. Vale la pena aclarar que, aunque sea normal que al comentar lo sucedido se presente llanto o tristeza en el adulto, es importante procurar su regulación emocional, buscando no alarmar en exceso al menor. Si te sientes identificado o identificada y posees preguntas particulares sobre el proceso de duelo en algún menor cercano a tí, no olvides que la empresa Casa de Funerales Rincón S.A.S dispone su línea de atención: 312 4825895 Referencia Ordoñez, A., & Lacasta, A. M. (2006). El Duelo en los Niños (La Pérdida del Padre/Madre). Revista de Psicologia Clínica, 121-136.
El transitar en el duelo
Podemos referir el proceso de duelo como un camino a transitar desde el fallecimiento del ser querido. Un camino con distintas facetas, en el cual se deben desarrollar ciertas tareas. La elaboración del duelo busca nuestra readaptación al mundo, es continua e implica, para nosotros como dolientes, un trabajo diario, en aspectos muy personales. El PhD. William Worden, plantea cuatro (4) tareas que necesitamos abordar al transitar en nuestro camino de duelo. 1ra Tarea: Aceptar la realidad de la pérdida Cuando perdemos a alguien, incluso cuando dicha muerte era esperada debido a un proceso de enfermedad o deterioro crónico, siempre puede existir una sensación de irrealidad. Por ello, esta primera tarea consiste en el reconocimiento pleno de lo ocurrido y sus implicaciones sociales y emocionales. Negarse a ello, aunque podamos creer que es protector, resulta ser más angustiante. Aquí, los rituales funerarios ayudan a muchas personas a reconocer esta realidad y facilita la orientación a la aceptación. Bloqueos relativos: Continuar refiriéndolo en presente, dejar intacta la habitación del ser querido, o, por el contrario, recoger apresuradamente todas las pertenencias, pues podría implicar una forma de no legitimar el dolor y buscar evitarlo.» 2da Tarea: Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida Al principio podemos estar poco dispuestos a identificar y expresar los sentimientos producidos por la pérdida, y aunque también es una respuesta normal, es necesario que aprendamos a exteriorizar. El no reconocimiento de dichos sentimientos puede llevar a la manifestación alterna, normalmente más compleja, de los mismos. No todos experimentamos el dolor de la pérdida con la misma intensidad, pero cuando esa pérdida es por alguien con quien existe un vínculo significativo, es poco probable no experimentar dolor. Por ello, debemos estar muy atentos a aquellas actividades o conductas que nos hacen evitar permanentemente dichos sentimientos. Bloqueos relativos: Evitar hablar del ser querido, dejar de frecuentar lugares compartidos, no ver fotografías, la sobreocupación, entre otras. 3ra Tarea: Adaptarse a un medio en el que el ser querido está ausente Este proceso adaptativo puede entenderse desde varios puntos, y su significado se ve mediado, normalmente, por la relación establecida con el ser querido. De la dinámica establecida se desprenden roles que se encontraban a cargo de mi ser querido, y que ahora se proyectan como retos en mi vida. Adaptarse no sólo implica comprender la ausencia de los roles desempeñados por mi ser querido, implica iniciar la planificación para el desempeño de aquellos roles esenciales e indispensables. Además, implica adaptarme a quién soy yo ahora, sin aquella persona y a la nueva forma de entender el mundo, pues puede generarse modificación en nuestras creencias. Bloqueos relativos: El aislamiento, el abandono de actividades gratificantes, el abandono de las responsabilidades o incluso la sobreocupación en actividades alternas. 4ta Tarea: Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo Esta parte del camino es continuar viviendo y ubicar un espacio en nuestro mundo emocional y psicológico para esa persona que ha partido. En ningún momento se busca olvidar, pues esto sería incluso contrario al proceso, implica poder vivir el momento actual de la vida, sin anclarse en el pasado. Este modelo no enseña que el afrontar la perdida es un proceso activo. Nos permiten reconocer que la elaboración del duelo es un proceso en el cual, aunque haya dificultad, los resultados obtenidos nos permitirán transitar nuevamente por este camino de vida, por este nuevo camino.
Duelo por la pérdida de la madre
Las madres son en nuestra vida, en la mayoría de los casos, esos seres que representan apoyo incondicional, protección, comprensión y ternura. Podemos recordar nuestros momentos de crecimiento, transformación y dificultad, y en ellos, nuestra madre ha estado ya sea en sentido de apoyo o de advertencia. Es ella a quien conocemos incluso desde antes de nacer, y por ello es tan difícil imaginarnos en este mundo tan cambiante sin ella El proceso de duelo al perder a una madre puede variar por un conjunto de factores como lo son: la dinámica de la relación, la historia de vida de los hijos, el tipo de fallecimiento, las relaciones familiares, entre otros. Estos pueden conllevar a variaciones en las respuestas emocionales, cognitivas (la forma de comprender el mundo que nos rodea), sociales y comportamentales. El duelo por la pérdida de una madre puede trascender incluso contextos en los cuales los hijos ya poseen hogares nuevos, puesto que el aprendizaje obtenido en el hogar de origen puede escalar los próximos contextos relacionales y familiares. El perder a una madre resulta ser un proceso intenso que no distingue términos de edad, y que sobresale incluso de los aspectos de convivencia o de la ubicación geográfica de los hijos. Tanto casos particulares como estudios académicos han demostrado que la pérdida de una madre en la edad adulta de sus hijos es en extremo significativa, “invaden sentimientos de tristeza, apatía, angustia, vivencia de orfandad, desprotección, insomnio y miedo a la soledad por haber perdido el único vínculo que parecía ser indestructible” (Nieto, 2016, p.1). ¿Cómo nos ayudan los otros en este momento? Debemos partir del hecho que la ayuda en el proceso de duelo debe ser ingresada con mucho respeto, validando la percepción individual del duelo y, bajo común acuerdo. Sin embargo, en términos generales, en el proceso de duelo requerimos: apoyo, espacio y tiempo para expresar, al igual que estar abierto a una readaptación a esos escenarios que compartíamos directa o indirectamente con ella. En este sentido, aunque la pérdida de la mamá puede generar variación en la intensidad de las respuestas en relación a otros procesos de duelo, es importante considerar los pasos descritos en el artículo El Camino del Duelo, pues estos permiten una comprensión natural del proceso de duelo y presentan un recorrido más dinámico y activo del proceso no centrado sólo en la sintomatología del duelo sino en la importancia de la movilización y acción, sin despreciar la consideración del tiempo y el entorno Referencia Nieto, P. (08 de septiembre de 2016). Hacer el duelo por la madre y/o padre. Martinelli. https://www.martinelli.com.uy/sitio/