Pautas Básicas para el Duelo en niños
Antes que nada, es importante comprender que el proceso de duelo es diferente en cada persona, siendo así también en los niños. La forma en la cual se procesa la pérdida variaría dependiendo de muchos factores, como, por ejemplo: edad de desarrollo, tipo de vínculo, rasgos de personalidad, entre otros.
Intentando caracterizar los procesos de duelo según rangos de edades, algunos autores (Ordoñez y Lacasta, 2006) indican lo siguiente:
Niños menores de tres (3) años
Existe una no comprensión, ni asimilación del concepto de muerte, y esta no es vista como un suceso definitivo.
Niños de cuatro (4) a cinco (5)
En muchos casos, la muerte se sigue considerando como un suceso de carácter temporal, y así mismo reversible. Así mismo, se puede llegar a suponer la presencia de funciones biológicas y sentimientos en el ser querido, haciendo normal la presencia de preguntas como ¿Cómo hace sus necesidades el ser querido? ¿Siente miedo mi ser querido?
Niños de cinco (5) a diez (10) años
Finalmente, la muerte puede ser concebida como irreversible, sin embargo, algunos niños pueden seguir revistiendo a su ser querido fallecido, de funciones biológicas y emocionales. En algunos casos, este revestimiento se elimina antes de los diez (10) años, concibiendo la muerte como el final de las funciones biológicas.
¿Entonces qué pasa con los niños y el duelo?
En los primeros cinco (5) años de vida, normalmente no existe una comprensión de las siguientes características de la muerte: es irreversible, es universal y es el final de las funciones vitales. Así mismo, en estas edades, el llanto por dolor, aunque puede presentarse, es poco frecuente, pues lo que se presenta en mayor grado es perplejidad y confusión. Por eso se pueden evidenciar constantes preguntas sobre ¿Dónde está el ser querido? y ¿Cuándo volverá?
¿Cómo contarle al niño y quién debe hacerlo?
Debemos reconocer que este proceso de comunicación es difícil, puesto que también nos encontramos sufriendo la pérdida e intentando abordar las emociones presentes. Es de importancia entender que más allá del “deseo de protección” (desear ocultar lo ocurrido), nuestro papel debería girar hacia el acompañamiento en el dolor y la confusión, y procurar generar un sentimiento de seguridad en el niño en medio de la pérdida.
¿Quién debería contarle al niño?
Es preferible que la persona que comunique la noticia sea aquella con mayor cercanía al menor, incluso si dicha persona también se encuentra en duelo. Vale la pena aclarar que, aunque sea normal que al comentar lo sucedido se presente llanto o tristeza en el adulto, es importante procurar su regulación emocional, buscando no alarmar en exceso al menor.
Si te sientes identificado o identificada y posees preguntas particulares sobre el proceso de duelo en algún menor cercano a tí, no olvides que la empresa Rincón Casa de Funerales S.A.S dispone su línea de atención al proceso de duelo: 312 4825895
Referencia
Ordoñez, A., y Lacasta, A. M. (2006). El Duelo en los Niños (La Pérdida del Padre/Madre). Revista de Psicologia Clínica, 121-136.